viernes, 25 de mayo de 2012
25 de mayo de 1810 - su significado, hoy
La jornada histórica del 25 de mayo de 1810, donde el pueblo de Buenos Aires, tras haber logrado la destitución de la Junta presidida por el Virrey Cisneros, sale a la calle a pedir por la formación de un gobierno autónomo, abre el camino a la serie de hechos históricos que desembocan en la Declaración de la Independencia de la patria.
El pueblo criollo, impulsado por las ideas de los hombres de entonces, intelectuales, comerciantes y otros, con formación militar, recién llegados de Europa, educados y altamente influenciados por las ideas provenientes del Liberalismo y del Humanismo, encuentran en la caída de la Monarquía liderada por los Reyes Católicos Isabel y Fernando de Aragón, cuando España pasa a manos de la Dinastía de los Borbones, perdiendo así poder político y económico; la oportunidad justa para romper con los lazos de dependencia española y lograr la autonomía.
Desde 1810 hasta 1816, fueron necesarias varias acciones militares para poder desterrar definitivamente, la presencia, en estas regiones, de las tropas realistas. Luego del logro de la Independencia, las luchas, pasaron a ser revueltas de orden interno. Hubo, de hecho, prolongados períodos de guerra civil, donde la figura de los caudillos cobró especial relevancia, y es destacable la de Rosas, con su liderazgo de más de 30 años, primero, como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, y a partir de 1835, durante 24 años, al frente de la llamada Confederación Argentina, siendo derrotado por Justo José de Urquiza en 1852. Un año después se sanciona la Constitución Argentina que establece nuestra actual forma de gobierno, y pasan otros tantos años hasta que se consolida nuestra querida República Argentina.
Ahora bien, ¿qué es lo digno de destacar en los hombres de la Independencia? Manuel Belgrano, por ejemplo, abogado de profesión, sin formación militar alguna, no sólo se puso al frente de semejante causa, obteniendo, de hecho, victorias militares decisivas, en Tucumán (1812) y Salta (1813), aunque luego es derrotado en Vilcapugio y Ayohuma (1813) sino que, lo hizo movido por un total sentido del compromiso que lo llevó, incluso, a resignar, casi todo su patrimonio y a transitar sus últimos años, gravemente enfermo y prácticamente, en la ruina. Otra figura destacable, la del general San Martín, es, en ese sentido, también, ejemplo de hombría de bien, de dignidad, de fortaleza. Tras la rotunda victoria obtenida en la Batalla de San Lorenzo, al frente del Regimiento de Granaderos a Caballo, el 3 de febrero de 1813 – único combate que libra en suelo argentino- se convierte en el gran héroe de la Gesta Emancipadora, haciendo posible, tras el cruce de los Andes, la Independencia de Chile, con O Higgins, de Perú, con Simón Bolívar, las que luego confluyeron en las de otras naciones hermanas como Ecuador, Colombia, Venezuela y Bolivia. El también rechazó honores, comprometió su patrimonio y, aunque murió de viejo, muchos años después (en Boulogne Sur Mer – Francia – 1850), vio peligrar su salud – cruzó, de hecho, los Andes, gravemente enfermo – resignando sus intereses particulares, más aún, los mismos quedaron subordinados casi enteramente a ese gran propósito emancipador que movía su accionar.
Eran hombres a quienes sus principios humanistas, los inspiraban de un modo genuino, con convicciones profundas donde primaban la ética, el honor, el bien común, un fuerte sentido de pertenencia y de amor a nuestro suelo, la gloria, pero no, la de índole mezquina, individual, sino, la de la patria.
Ahora bien, esta breve reseña nos obliga, de algún modo, a reflexionar acerca de lo que sucede hoy en la sociedad. Cuando hablamos de falta de valores, de intereses mezquinos, de corrupción, de inmediato, nuestro pensamiento se remite a la figura de los principales actores sociales, tales como, políticos, empresarios, jueces, etc., sin tener en cuenta, lo que ocurre, en primer lugar, con nosotros mismos, con nuestro comportamiento.
Pensemos en aquellas costumbres que se han ido perdiendo, como, por ejemplo, desde el uso de la escarapela durante la Semana de Mayo, hasta el izamiento, todos los días, de nuestra enseña patria en las escuelas. Muchos de nosotros, quienes, por alguna razón, tenemos menores bajo nuestra responsabilidad, sea, como docentes de escuelas primarias, de escuelas de enseñanza media o, de institutos privados, como ha sido mi caso, durante algún tiempo; analicemos hasta qué punto ejercemos nuestra labor educativa con buena voluntad, con conciencia, o lo hacemos con desdén, con desgano, faltándoles de algún modo, nosotros el respeto a nuestros alumnos, siendo que nos quejamos de lo contrario; los subestimamos o ni siquiera les prestamos atención o, por comodidad o simple indiferencia, esgrimimos excusas tales como, evitar mala conducta o demoras en los ingresos a clase, permitimos y hasta, avalamos que estas costumbres se vayan perdiendo. Así, del mismo modo, los ejemplos a citar son muy numerosos. También como padres nuestra responsabilidad es de enorme peso, sobre todo, a la hora de educar, más que con las palabras, con el ejemplo.
Hay también otras situaciones en las que, claramente, se pone en evidencia ese paulatino proceso de desgaste de valores. Aunque ciertos hechos históricos recientes de nuestro país derivaron en un descreimiento generalizado, tanto, hacia las figuras institucionales, como políticas; hoy ese desgaste ha dado lugar a una suerte de “Vale todo”, donde los códigos ya no tienen consistencia, no se respeta ni la mayoría de edad, ni las situaciones de debilidad o indefensión del otro, en los hechos delictivos, por ejemplo, que con tanta impunidad vemos casi a diario y como esta, muchas otras situaciones, la falta de solidaridad, la indiferencia, el doble discurso, etc. se han ido naturalizando, desplazando así a las costumbres digamos éticas.
El tema, cierto es, da para un largo debate y, en tal sentido, esta exposición apenas busca un llamado a la reflexión. Sin embargo, no tiene como único propósito, recalcar sólo el lado negativo de la cuestión. Gran parte de la sociedad argentina actual demuestra sentirse comprometida, al manifestarse e incluso tomar cartas en asuntos concretos tales como la defensa de nuestra soberanía nacional, sobre todo, recientemente, a raíz del actual conflicto en Malvinas, el cuidado de nuestro medio ambiente, en Famatina, por ejemplo, etc. Es innegable que hay una mayor participación ciudadana y esto se vislumbra casi a diario y se ve permanentemente apuntalado por la función de los medios de prensa. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Y qué mejor que el recuerdo y la reivindicación de estas fechas patrias y sus protagonistas, para tomar conciencia de esta problemática, y, en ese sentido, mejorar, cada uno de nosotros, desde los humildes lugares que nos toca en suerte ocupar, nuestra labor, pero, principalmente, mejorar como personas, como seres humanos.
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