Una dulce tristeza resignada
Baila en la soledad de la mañana
Radiante
Cuelgan de ella
Esos finos cristales de ayer.
El alma echada
En la mansedumbre de
Extrañar a un hermano
En la nubes que mueven la altura
Al final del camino.
Una guitarra como cetro divino
Espera sin dudas su llegada
Junto a Dios.
Su ser sencillo
Cuerpo y alma entregada a su dictado
Se revela
En este impuro devenir relativo
De cosas que luego mutan
O supuestamente crecen
Evolucionan mejoran se transforman
Pero en algo siempre pendiente
De maduración.
El en cambio se dio sin pretensiones
Lo más fiel a sí mismo que pudo
Y el premio son todos esos pibes
“los fierros”
“las violas rabiosas”
El amor encendido por un blues
Que sonará hasta caer
En esta última tarde.
A Pappo
(en memoria de este músico extraordinario, con motivo de cumplirse cinco años de su fallecimiento.Este poema, en su momento salió publicado en periódico "Síntesis" de San Lorenzo y hoy está incluido en el libro "Amanecer de la Crísálida",1°Antología del Taller Literario "Alfonsina Storni" que coordino.