martes, 18 de mayo de 2010
"Polilla"
Polvillo de aleteo
a mitad de camino
viviendo en los demás
testigo mudo de la intensidad
de otros
otreidad que busca
desprenderse de sí
huir de adentro
licuar todo el fuego
procurarse un refugio en la liviandad.
De las ramas se han ido
las hojas las flores
- de mis ramas, el verdor
- de mis flores, el néctar
la llegada del otoño marca un ciclo natural
la vida marchita espera renacer
con la llegada de la primavera.
Este caída en mí, este marchitarme
¿será perenne o perpetuo?
¿Me perpetuaré en el sueño de
Amarlo sin mácula,
o habrá sido ilusión?
¿Perdurará aunque cíclico,
el impulso de estar
en las miradas de luz
- mariposas en la noche etérea, azul-
o todo se habrá consumido
en una gracia final
rotunda
circundante en su vuelo de
pájaro cobarde?
Yo busco salvarme en la fe, la esperanza
en tanto pueda o queden en mí resabios
de juventud
aunque digan que es fe despreocupada
ya no pendo de un hilo
me rescato del odio del vacío
porque al fin creo en mí
en la verdad de mi ser,
mi amor pleno
ya no espera retribución,
es sólo amor de entrega,
aunque me encuentre viviendo a medias lo de otros
aunque no sea una pulsión tan magistral o
romántica
sino estar en armonía
integrando el concierto perfecto de la vida.
Todo pasa por dentro
y sacia mi sed.
Si, es cierto
“Nada “menos” me quedó hoy,
sólo la realidad” (*)
pero en ella estoy en paz y desde allí
te encuentro.
El túnel de cristal que nos unía
y al mismo tiempo nos separaba,
está a punto de romperse.
¿Daremos ese paso
o nos esconderemos cada cual en su mundo?
Por eso, precisamente, la vida es tan rica y divertida
porque es impredecible …
(*paráfrasis de un giro poético que aparece en la canción "Figuración" del grupo Almendra perteneciente a su primer disco,del año 1969)
miércoles, 12 de mayo de 2010
"Carcelero"
Carcelero del tiempo
El reloj retiene entre sus delgados filos
los instantes
la tierra recibe jubilosa la humedad
de mis lágrimas
el sueño sabe a miel, a aurora
no es tristeza, no
es asombro y certeza
claridad de marfil
semejante al destello de una lámpara antigua.
El camafeo se asoma entre el polvo
aún esconde con celo aquel secreto
yo corro hacia el recuerdo
- páramo azul del mar, del viento -
se abre incierta la luz de aquel instante
(me decías “te amo” y me besabas).
La esperanza
guardiana fiel de los enamorados
lucha contra la fría niebla de la nada
el amor vence aún a pesar de la distancia
como vórtice de abrigo y de candor
estás allí
en el centro mismo de mi corazón
en llamas …
El reloj retiene entre sus delgados filos
los instantes
la tierra recibe jubilosa la humedad
de mis lágrimas
el sueño sabe a miel, a aurora
no es tristeza, no
es asombro y certeza
claridad de marfil
semejante al destello de una lámpara antigua.
El camafeo se asoma entre el polvo
aún esconde con celo aquel secreto
yo corro hacia el recuerdo
- páramo azul del mar, del viento -
se abre incierta la luz de aquel instante
(me decías “te amo” y me besabas).
La esperanza
guardiana fiel de los enamorados
lucha contra la fría niebla de la nada
el amor vence aún a pesar de la distancia
como vórtice de abrigo y de candor
estás allí
en el centro mismo de mi corazón
en llamas …
"El libro"
(Relato fantástico breve)
Andaba por ahí sin mucho por hacer. Me había enterado, por la mañana, de que se inauguraba una Feria en la plaza del barrio. Nunca me interesaron demasiado esos eventos. Por lo general, ofrecen mercadería usada u otros objetos antiguos, obsoletos, que no valen la pena. Nunca me interesaron, tampoco, ni las artesanías, ni la orfebrería hippie hecha con hilo de alpaca, o cuero. Tampoco, los libros, salvo, en todo caso, los “best-sellers”, o los de opinión sobre temas de actualidad. Pero, por alguna razón que yo desconocía, terminé parada muy cerca de un puesto de libros y revistas usadas. Había ejercido en mí una extraña fascinación. Allí encontré el pequeño volumen. Lo adquirí sin dudar, aunque no sabía sobre su contenido. Lo hice, pese a que no estaba, en realidad, a la vista, ni mucho menos. Por el contrario, en un momento, me sorprendí a mi misma revolviendo en la góndola, llenándome de tierra, buscando con codicia, con ganas. Bastó con hojearlo dos o tres veces con precipitación, para terminar dando con lo que, sabía internamente que estaba buscando, aunque desconocía su naturaleza. ¿Sería una señal o un símbolo? Nada de eso. Lo que encontré superaba ampliamente el grado de extrañeza de todas esas cosas.
Fue llegar al final del volumen, más precisamente, a la sección “datos de autor”, comenzar a leer muy rápidamente sus antecedentes literarios y sus datos biográficos, sin prestar gran atención, ya que, no guardaban ninguna similitud con los míos. Hasta ese momento, todo andaba bien, no había nada raro, pero mi vista comenzó a descender hasta dar con la imagen de la foto. Fue tanto el estupor que casi me desmayo. La imagen, ese rostro,¡ era yo! Tardé en recomponerme, de hecho, esa tarde, me quedé en mi casa, pensando. Fueron muchas las elucubraciones que acudieron a mí. Entre tantas, hubo una que me resultó más coherente que las otras: ¿se trataría de una gemela, o de mi doble? Recordaba haber leído un artículo en el que se exponía la teoría del doble. Decía que todos nosotros tenemos un doble que habita en la tierra, acaso, en lugares remotos. Recordaba también el trasfondo trágico de la teoría. Cuando esos dobles, finalmente se encuentran o chocan, uno de los dos muere. ¿Trataría de establecer un contacto con mi doble? ¿Me sometería a semejante desafío, a tal riesgo de muerte?
¿Y si se tratara de una hermana gemela jamás “blanqueada” en el seno de la familia? ¿Me privaría, en ese caso, de conocerla por respetar una tonta teoría?
A la tarde siguiente, volví a la feria con el ánimo de recabar más información. Una charla con el responsable del puesto, tal vez, me ayudaría a aclarar el misterio. Pero, cuando llegué a la feria el puesto ya no estaba más. Por más que la recorrí de punta a punta, no logré encontrarlo.
Pasaron días, meses. Lo que primero había sido estupor, desesperación, ansiedad; lentamente, de un modo casi inadvertido, se fue diluyendo hasta volverse… nada, apenas una leve inquietud. No tardé en olvidarme del asunto y volver a mis tareas cotidianas.
Una tarde entré al supermercado. Compré lo necesario para la comida y, cuando llegué a la caja, la vi. Era ella, sin dudas, Esperaba en la fila su turno para pagar. No me había visto todavía, así que no sabía lo que podría pasar en ese caso.
La mujer comenzó a evidenciar cierta incomodidad. Se volvió, algo perturbada, y ya no pudo evitar mirar hacia donde yo estaba. Nuestras miradas se cruzaron, se penetraron unas a otras. Pero no fue el final. Por el contrario, nos sorprendimos, simplemente, por el parecido físico y, entonces, comenzamos a hablar. El tiempo, luego, hizo el resto.
San Lorenzo, 9-10-2009
Andaba por ahí sin mucho por hacer. Me había enterado, por la mañana, de que se inauguraba una Feria en la plaza del barrio. Nunca me interesaron demasiado esos eventos. Por lo general, ofrecen mercadería usada u otros objetos antiguos, obsoletos, que no valen la pena. Nunca me interesaron, tampoco, ni las artesanías, ni la orfebrería hippie hecha con hilo de alpaca, o cuero. Tampoco, los libros, salvo, en todo caso, los “best-sellers”, o los de opinión sobre temas de actualidad. Pero, por alguna razón que yo desconocía, terminé parada muy cerca de un puesto de libros y revistas usadas. Había ejercido en mí una extraña fascinación. Allí encontré el pequeño volumen. Lo adquirí sin dudar, aunque no sabía sobre su contenido. Lo hice, pese a que no estaba, en realidad, a la vista, ni mucho menos. Por el contrario, en un momento, me sorprendí a mi misma revolviendo en la góndola, llenándome de tierra, buscando con codicia, con ganas. Bastó con hojearlo dos o tres veces con precipitación, para terminar dando con lo que, sabía internamente que estaba buscando, aunque desconocía su naturaleza. ¿Sería una señal o un símbolo? Nada de eso. Lo que encontré superaba ampliamente el grado de extrañeza de todas esas cosas.
Fue llegar al final del volumen, más precisamente, a la sección “datos de autor”, comenzar a leer muy rápidamente sus antecedentes literarios y sus datos biográficos, sin prestar gran atención, ya que, no guardaban ninguna similitud con los míos. Hasta ese momento, todo andaba bien, no había nada raro, pero mi vista comenzó a descender hasta dar con la imagen de la foto. Fue tanto el estupor que casi me desmayo. La imagen, ese rostro,¡ era yo! Tardé en recomponerme, de hecho, esa tarde, me quedé en mi casa, pensando. Fueron muchas las elucubraciones que acudieron a mí. Entre tantas, hubo una que me resultó más coherente que las otras: ¿se trataría de una gemela, o de mi doble? Recordaba haber leído un artículo en el que se exponía la teoría del doble. Decía que todos nosotros tenemos un doble que habita en la tierra, acaso, en lugares remotos. Recordaba también el trasfondo trágico de la teoría. Cuando esos dobles, finalmente se encuentran o chocan, uno de los dos muere. ¿Trataría de establecer un contacto con mi doble? ¿Me sometería a semejante desafío, a tal riesgo de muerte?
¿Y si se tratara de una hermana gemela jamás “blanqueada” en el seno de la familia? ¿Me privaría, en ese caso, de conocerla por respetar una tonta teoría?
A la tarde siguiente, volví a la feria con el ánimo de recabar más información. Una charla con el responsable del puesto, tal vez, me ayudaría a aclarar el misterio. Pero, cuando llegué a la feria el puesto ya no estaba más. Por más que la recorrí de punta a punta, no logré encontrarlo.
Pasaron días, meses. Lo que primero había sido estupor, desesperación, ansiedad; lentamente, de un modo casi inadvertido, se fue diluyendo hasta volverse… nada, apenas una leve inquietud. No tardé en olvidarme del asunto y volver a mis tareas cotidianas.
Una tarde entré al supermercado. Compré lo necesario para la comida y, cuando llegué a la caja, la vi. Era ella, sin dudas, Esperaba en la fila su turno para pagar. No me había visto todavía, así que no sabía lo que podría pasar en ese caso.
La mujer comenzó a evidenciar cierta incomodidad. Se volvió, algo perturbada, y ya no pudo evitar mirar hacia donde yo estaba. Nuestras miradas se cruzaron, se penetraron unas a otras. Pero no fue el final. Por el contrario, nos sorprendimos, simplemente, por el parecido físico y, entonces, comenzamos a hablar. El tiempo, luego, hizo el resto.
San Lorenzo, 9-10-2009
"Pasando revista al corazón"
I)
Pasa que me pasa…Punto
Pero a la vez no quiero
Me niego a que me pase
Pasa que pasa y me repasa
El recuerdo
De mínimos gestos o miradas
Arrojadas a las sombras
Como claroscuros de la eternidad
En un instante mínimo de plenitud
Al esconder nuestro secreto
Entre la multitud.
Pasa que me estás pasando adentro
En el fondo sangrante de mi soledad
De mi centro
Y no me quiero embarcar en tu aventura
Siento un “no sé” que me carcome
Hasta la médula
Y me vuelvo vaga
Despojada de ese mundo dibujado
Sobre tu alma infantil…
II)
Me falta o me resta
La inocencia en la voz, en el cuerpo
( Los años calan duro
abren surcos en la tierra, insondables)
pero hay un nexo
como hebras de vos que me tiran y
resuenan en mi alma o la aturden
ya no puedo negar lo sublime
cuando ocurre en el cielo, en la tierra, en la noche
III)
Por momentos me canso
O simplemente no cuenta
Tal vez porque es extraño o ajeno
A lo ordinario
- pura fantasía, dirían algunos –
Pero a veces es todo
Y no sé, me siento virgen
Niña vieja
Florezco en este ensueño
Resurrección de Ave Fénix
Cuando ocurre tu aire melodioso en la bruma…
Pasa que me pasa…Punto
Pero a la vez no quiero
Me niego a que me pase
Pasa que pasa y me repasa
El recuerdo
De mínimos gestos o miradas
Arrojadas a las sombras
Como claroscuros de la eternidad
En un instante mínimo de plenitud
Al esconder nuestro secreto
Entre la multitud.
Pasa que me estás pasando adentro
En el fondo sangrante de mi soledad
De mi centro
Y no me quiero embarcar en tu aventura
Siento un “no sé” que me carcome
Hasta la médula
Y me vuelvo vaga
Despojada de ese mundo dibujado
Sobre tu alma infantil…
II)
Me falta o me resta
La inocencia en la voz, en el cuerpo
( Los años calan duro
abren surcos en la tierra, insondables)
pero hay un nexo
como hebras de vos que me tiran y
resuenan en mi alma o la aturden
ya no puedo negar lo sublime
cuando ocurre en el cielo, en la tierra, en la noche
III)
Por momentos me canso
O simplemente no cuenta
Tal vez porque es extraño o ajeno
A lo ordinario
- pura fantasía, dirían algunos –
Pero a veces es todo
Y no sé, me siento virgen
Niña vieja
Florezco en este ensueño
Resurrección de Ave Fénix
Cuando ocurre tu aire melodioso en la bruma…
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